Caballo de batalla (War horse)

Cartel de la películaExcesiva e innecesaria. Estos quizá sean los adjetivos que mejor definen la episódica incursión de Steven Spielberg en la I Guerra Mundial, conflicto que se nos presenta a través de los ojos de ¡un caballo! Sin embargo, Spielberg sólo acierta a rodar este pastiche de anécdotas montadas a lomos del equino protagonista del modo más convencional. Ni un vestigio de su otrora alabada pericia en la planificación de secuencias. Un talento e imaginación que parecen secuestrados por los efectos digitales de Industrial Light and Magics y el 3D de un Tintín casi de carne y hueso. Curioso que el periodista-detective y el caballo protagonista de esta interminable odisea bélica compartan ese anhelo: mostrarse humanos ante el espectador. Más allá de los previsibles giros sensibleros -¿qué habría sido de Spielberg sin John Williams?- la historia es más simple que el mecanismo de un chupete. El prometedor arranque se diluye entre la excesiva y barroca fotografía de Janusz Kaminski (todo vale por conseguir otro Oscar) y el inexistente guión. Pese a todo, el director se empeña en realizar un alegato antibelicista que a la postre resulta tan pueril que siembra en el espectador la duda de si éste es el mismo Spielberg que dirigió esa obra maestra del cine llamada ‘La lista de Schindler’.