Django desencadenado

Django desencadenado

Django desencadenadoPocos directores han sido capaces de infundir a sus películas su propia personalidad con la desmesura que desde sus inicios lo ha hecho Quentin Tarantino. El único filme que sortea esta máxima es Jackie Brown, quizá porque parte de una idea ajena -la novela Rum Punch, de Elmore Leonard-, cinta que supuso su homenaje al género blaxploitation de principios de los años 70. Con aquella película, quizá su obra más madura tras Reservoir Dogs y Pulp Fiction, al de Knoxville le llovieron las críticas. Sobre todo, por parte de los acólitos que le recriminaban precisamente eso, haber suavizado su impronta. Ahora todos aquellos seguidores de su cine, si es que aún lo siguen siendo, están de enhorabuena gracias al estreno de Django desencadenado (Django Unchained). Esta desmesurada película pretende ser un homenaje al spaghetti western,  rendir cuentas con el blaxploitation y fardar, una vez más, de discoteca. Porque junto a la excelente fotografía de Robert Richardson, la acertada selección musical de su banda sonora está entre lo mejor de esta exageración de filme. Todo está hinchado en la película de Tarantino, desde el cameo del  propio realizador a la duración del metraje (165 minutos). El director explota su apabullante personalidad y se regodea en autohomenajes -amén de los esperados, Franco Nero incluido- en este ejercicio de pirotecnia para el lucimiento de Jamie Foxx, que pierde todo interés cuando Christoph Waltz no está en pantalla.

Tarantino es un fetichista. Un cinéfago y plagiador confeso. Un tipo con un ego mayor que su talento, que ya es decir. Pero este más que aceptable guionista no es nadie sin sus actores (Keitel, Roth, Jackson, Travolta, Grier, Thurman, Madsen, Pitt) y este Django revisitado, ampliado y ensangrentado no es nada sin el actor austriaco. Waltz compone un King Schultz lleno de matices que se come con patatas a todo el que se le pone por delante. Empezando por un pinturero Jamie Foxx y terminando por un Leonardo DiCaprio que sólo es capaz de caricaturizar un personaje que le viene todavía muy grande. Samuel L. Jackson recurre también, con mejor suerte, a la caricatura para componer su Stephen. Antítesis de todo lo que este lenguaraz Django, que no hace honor a la D de su nombre, pretende simbolizar. Una suerte de Malcom X del lejano Oeste dispuesto a dinamitar -literalmente- los cimientos del sur profundo.

Todo ello rodado a golpe de zoom que sonrojaría al mismísimo Valerio Lazarov y sin el más mínimo interés por ahorrarnos ni una gota de sangre ni un minuto de metraje. Un par de elipsis y el paso por la sala de montaje para aligerar 45 minutos habrían hecho de esta gamberrada autocomplaciente una película notable. Pero claro, eso no encajaría con el estilo de Tarantino.

9 comentarios sobre “Django desencadenado

  1. Por cierto, ¡¿Sale Michael Parks?! ¡Michael Parks es un crack! Si Michael Parks es el tipo que hace de reverendo-pastor-chaladísimo en «Red State».

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    1. Sí. Cameo, como Quentin. Red State pudo haber sido una gran película si hubiera ido al grano desde su arranque y Kevin Smith se hubiese atrevido con un final menos bienqueda.

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      1. A mí me pareció casi perfecta. Final incluido. Eso sí, no soporto un sermón de 77 minutos non-stop como el de Parks. Ni aunque me lo de Scarlett Johansson desnuda… Bueno, wait…

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  2. Extraordinaria crítica, me quito el sombrero. Por cierto, duras declaraciones contra DiCaprio. Tengo muchas ganas de verla aunque espero que no me quede sopa en los primeros 20 minutos, como me pasó con «Malditos Bastardos»…

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      1. En realidad, muy poquitas películas necesitan más de dos horas para contar una historia…

        Pues por lo visto en los trailers, DiCaprio era uno de los reclamos potentes de la cinta. Caerá, en cualquier caso. ¿Alguna diferencia en el montaje ahora que no está la de siempre?

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