Valladolid Comeback Special!! Esto es lo que podía leerse de su puño y letra sobre el setlist al final del concierto. Un año después, el asesino volvía a la escena del crimen y de nuevo, un año después -otra vez más- fue una muerte dulce. Pero no, no hablamos de un asesino silencioso estilo Stephen Curry o Jamal Crawford. No. Quique, don Enrique, González volvió haciendo todo el ruido del mundo. El estruendo con el que irrumpe una deseada tormenta en mitad de una tarde de verano cualquiera. Y aunque en lo climatológico también se preveía lluvia, ésta nos llegó por dentro. Se disfrazó de armónica y avión en tierra. Tomó aire, sonrió, miró a los ojos de la gente y bailó. Y el miedo desapareció. Ese pequeño rock and roll de Villacarriedo explotó en escena.
Y volvió el campeón. No estaba haciendo guantes. No. Por eso esta vuelta era especial. Porque se sabía fuerte. Había recuperado el jab de izquierda y nos noqueó en cuanto bajamos la guardia. Justo en ese momento en el que él mismo se preguntó cuándo iba a volver otra vez. Con la luna y la risa y el llanto debajo del brazo. Lágrimas de felicidad. El reencuentro con el amigo. Y de nuevo la risa. Las confidencias con la banda ante la serena mirada de Cayetana, la pantera, cubierta de sombras. Fue anoche en el vallisoletano LAVA, pero volverá a suceder. Seguro. Porque Quique ha vuelto. Como lo hizo Eddie Felson para tumbar al gordo de Minnesota. Y lo hizo. Vaya si lo hizo. 28 canciones que volaron en poco más de dos horas. Con un público entregado que coreó febril desde la primera la última. «Ésta es vuestra», decía Quique mientras miraba las caras de la gente. Mientras su felicidad se vio reflejada en la de cientos de personas que vibraban a su lado. En una comunión imposible, pero necesaria. Todo el mundo debería poder disfrutar de algo así al menos una vez en la vida y él, don Enrique González Morales, es capaz de hacer magia encima de un escenario no sólo una vez. Cada noche.
mantaypeli 
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