Había ganas de volver a disfrutar de Fito Cabrales y los suyos encima de un escenario. Testigo de ello: un pabellón polideportivo hasta la bandera que a medida que tanto las gradas como la pista se iban llenando aplaudió al dúo telonero, Los Zigarros como si los valencianos fueran los verdaderos cabezas de cartel. Rock’n’Roll sin complejos el que destilan Ovidi y Álvaro Tormo sobre el escenario en el que por momentos uno parece estar viendo a Los Rodríguez y escuchando a M-Clan. Hasta nueve temas de su primer trabajo llegaron a interpretar sobre el escenario pucelano, entre los que no faltaron Voy a bailar encima de ti (dedicada a Fito), Qué harás, amor, Hablar, hablar y Dispárame, con la que terminaron un bolo de algo más de 45 minutos que sirvió para caldear algo el frío arranque de la velada. Porque al que se esperaba ver aparecer por el escenario del polideportivo Pisuerga era a Fito. Y se hizo esperar. Cuando había transcurrido más de hora y media y varios cachis de cerveza y kalimotxo mediante (muchos ya los traían puestos del parking) desde la apertura de puertas la banda del bilabíno hizo acto de presencia para regocijo del personal cinco minutos después de las diez de la noche. Un público entregado ya desde los primeros acordes de Viene y va, el tema que abre el medido repertorio de esta gira presentación del sexto trabajo de la banda, ‘Huyendo conmigo de mí’. Un setlist por el que desfilan siete de esas nuevas composiciones: Lo que sobra de mí, Entre la espada y la pared, Garabatos, Pájaros disecados, Nada de nada, Después del naufragio y Nos ocupamos del mar que se integran a la perfección dentro de su archiconocido repertorio. Himnos intergeneracionales a los que Fito y su contramaestre «al mando del timón», Carlos Raya, han acomodado a los nuevos tiempos. Los suyos.
La factura de los excesos rinde cuentas sobre el escenario. El ritmo anfetamínico ha dejado paso a la pericia y el dominio del tempo musical. Fito paladea las canciones mientras Raya parece poseído por el espíritu de Gary Moore. Músicos curtidos en mil batallas que disfrutan de su trabajo, que no es otro que hacer felices a miles de seguidores noche tras noche, semana tras semana. Sin parar. Como sus carreras de un lado a otro del escenario rivalizando con el vertiginoso correteo de sus dedos por el mástil de la guitarra. De una ciudad a otra por todo el territorio nacional. No en vano, la gira que arrancó a mediados de noviembre en Santander colecciona sold outs con la misma prestancia que los generales lucen orgullosos galones en la bocamanga.
En ese campo de batalla en el que los jóvenes -y no tan jóvenes- no paran de hacerse selfies es en el que Fito y los suyos se mueven como pez en el agua. Porque por muchas ganas y entusiasmo que le pusieran Los Zigarros a su debut en tierras castellanas («Menudo lechazo que nos hemos comido», confesó Ovidi, el vocalista) nada pudo compararse a la irrupción en el escenario de Fito Cabrales y su banda. A alguno casi se le atragantó el bocadillo de chistorra del entretiempo, porque el arranque fue apoteósico. Que viene y va agitó las gradas del polideportivo y puso a botar a toda la pista central. Y eso sin hablar de la aplaudida introducción que sirvió para presentar la muy cuidada puesta en escena, con cinco pantallas gigantes detrás de los músicos y tres cruces de focos que dominaban la escena. Pronto la banda levantó el pie del acelerador. Casi al tiempo en que el sonido mejoró y el bilbaíno dirigió las primeras palabras a un auditorio entregado. «Buenas noches, Pingüinos» y estalló el Pisuerga.
El polideportivo se vino abajo tras el habitual chascarrillo de Fito: «¿Os he contao que yo hice la mili aquí? Pingüinos huérfanos…». Genio y figura. Él, motero de pro, ganándose el Pingüino de Oro 2015. Apunta, Parellada. Y ya no hizo falta más. Las siguientes dos horas volaron. Daba igual que la canción tuviera diez años que treinta días. Todas se coreaban, todo se bailaba y cantaba con una sola voz. El estruendo llegó tras las muestras de virtuosismo a cargo de Fito y el propio Carlos Raya. Las sonrisas, los guiños cómplices. Hasta cuando -por dos veces- falló un generador y el escenario se quedó casi a oscuras todo fluyó con la más absoluta normalidad. «Joer, qué chapuza. Venga, que os tocó una de Platero pá’cer tiempo». Como en casa. Y cuando casi se tenía que marchar parecía que acabase de llegar. Y le dedicó la canción que cerraba los primeros bises, a Quique, un fan de Segovia, que se encontraba entre el público. Y al final, nos ocupamos de no olvidar lo que acabamos de ver. Y de vivir. Gente que es feliz haciendo felices a los demás. Gente que disfruta con su trabajo. Y nos ocupamos del mar. Y nos despedimos hasta la próxima vez. Unos y otros. Una vez más. En esta huída hacia adelante.
Galería fotográfica en flickr (todas las imágenes de María Parra Serrano).
Setlist Fito & Fitipaldis:
Que viene y va
Por la boca vive el pez
Me equivocaría otra vez
Lo que sobra de mí
Como pollo sin cabeza
Entre la espada y la pared
Me acordé de ti
Cerca de las vias
Corazón oxidado (presentación banda)
Garabatos
Quiero beber hasta perder el control
Pájaros disecados
Nada de nada
Alucinante (Acústica)
Tarde o temprano
Soldadito marinero
Antes de que cuente diez
——-
Bises 1:
Después del naufragio
Acabo de llegar
——-
Bises 2:
La casa por el tejado
Nos ocupamos del mar
Setlist Los Zigarros:
Antes de los muertos
Desde que ya no eres mía
Voy hacia el mar
Como un puñal
Cayendo por el agujero
Voy a bailar encima de ti
Que harás amor
Hablar, hablar, hablar
Dispárame
Pabellón Polideportivo Pisuerga (Valladolid) – 28/11/14. Más de 5.000 personas.
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