Soporífera. Resulta difícil encontrar otro adjetivo que encaje mejor a la hora de describir esta adaptación del archiconocido musical de Stephen Sondheim y James Lapine a la pantalla grande. Dos excesivas horas de metraje (aunque no quedaba otra) para una superproducción en la que destaca -precisamente- el cuidadísimo diseño de producción, pero poco más. Todo lo exagerado de la puesta en escena teatral aquí chirría sobremanera y llega a resultar cargante. El mérito de Rob Marshall es haber sabido capturar la esencia del musical, pero su demérito está en no haber sabido hacerlo atractivo al trasladarlo al celuloide. El ingenio que derrocha el libreto de Lapine y Sondheim ‘reescribiendo’ clásicos como Caperucita Roja, La Cenicienta, Rapunzel y Las habichuelas mágicas de poco sirve en estos tiempos sin un reparto que enganche. De ahí la inclusión, episódica en algunos casos, de estrellas más o menos rutilantes como Johnny Depp, Chris Pine y la mismísima Meryl Streep. Pero no todo es negativo en este musical. Por ejemplo, su arranque es magnífico (ya lo era en la obra original) y está rodado con pulso y ritmo. También es de agradecer que, pese a tratarse de un producto Disney la película haya conservado la mayoría de sus oscuras referencias. Muertes, amputaciones, desollamientos… Es el signo de los tiempos. En estos días de sexting y muertes vía Youtube ya no sirve de nada dulcificar los relatos. Y, en cualquier caso, no tendría sentido haber recurrido a una adaptación políticamente correcta de un musical cuyo caramelo envenenado es, concretamente, el precio a pagar por que se cumplan nuestros deseos. Sin embargo, uno de los mayores errores de la película estriba en sí haber eliminado determinadas partes del segundo acto del musical (como la muerte de cierta joven con el pelo como el maíz) que reducen la cinta a una mera sucesión de números musicales sin sentido. También se salva el diseño de vestuario, a cargo de Colleen Atwood, y esa ambientación final con un claro regusto al cine de Tim Burton. Pero puestos a desear, más de uno desearía no haber perdido dos horas de su vida con esta película. Eso sí, como somnífero no tiene precio.
Premios/Candidaturas:
Debe estar conectado para enviar un comentario.