Si es cierto eso de que lo mejor que te puede pasar es que la inspiración te encuentre trabajando, el caso de Nacho García (Talavera de la Reina, Toledo, 1976) es el ejemplo perfecto de uno de los bateristas más en forma de nuestro país. Músico con amplia trayectoria en distintas formaciones (de Cooper a Jero Romero) y que ha tocado todos los palos, nunca mejor dicho, García se descubre como un melómano empedernido y un enamorado de su profesión. Gran conversador y todo un apasionado de la batería, García se cuenta entre esos afortunados que han sido capaces de hacer de su pasión su modus vivendi. Así lo demuestra cada vez que se sube a un escenario y también cuando se presta, como en este caso que nos ocupa, a responder esta entrevista.
Nacho García: «Soy carne de escenario, necesito salir a la carretera todos los fines de semana»
Siempre te has declarado un baterista autodidacta, pero me consta que sigues aprendiendo. Háblanos un poco de tus inicios, referentes y de esa relación maestro-aprendiz (Jedi Style) con Steve White.
Así es, empecé a tocar la batería a los trece años y tuve que echarle muchas ganas para aprender por mi cuenta. En aquellos días tocaba con una batería que había en el colegio en el que estudiaba, recuerdo que me presentaba allí todos los sábados por la mañana y le suplicaba al director para que me dejara entrar y así poder practicar. Un año después mis padres me compraron mi primera batería. En casa nunca hubo tradición musical, pero a mis padres no les quedó más remedio que aceptar mi obsesión por los tambores. Hablamos de finales de los 80, yo vivía en una ciudad pequeña y el acceso a la música era muy limitado. Ahora tenemos toda la información que necesitamos a solo un click, pero en aquella época había que estar siempre atento a los programas musicales de radio y televisión si no querías perderte nada. Recuerdo esa época como una avalancha de descubrimientos musicales, y como ya tenía bien dentro la ‘droga’ de la batería, me fijaba siempre en los bateristas que veía en televisión e intentaba imitar su manera de tocar. Así fue como aprendí, porque al igual que con los discos, no tenía acceso a lecciones, profesores ni a nadie que pudiera enseñarme de manera directa. Desde entonces no he dejado de estudiar la batería y su complejo mundo, cada vez de forma más intensa, sobre todo desde que se convirtió en mi trabajo.
Lo de tener como maestro a Steve White ha sido uno de los muchos sueños que he cumplido gracias a la música. A los catorce años estaba obsesionado con bateristas como Keith Moon o John Bonham, un poco más tarde descubrí los discos de Paul Weller en solitario y a su baterista de entonces, que también le acompañó en The Style Council, Steve White. Su manera de tocar y su lenguaje con el instrumento me impactaron de verdad. Hace unos años decidí ponerme en contacto con él para preguntarle si daba clases, y al poco tiempo me vi subido en un avión camino de Londres. Viajaba allí cada dos meses, cogía un vuelo por la mañana, iba a su casa, dábamos tres horas de clases y volvía a Madrid por la tarde. Así durante algo más de dos años. El tío debía flipar… Le debo mucho como músico, puedo decir sin ninguna duda que ha sido el baterista que más me ha influenciado en mi manera de tocar y entender la batería.
En tus inicios, la influencia mod marcó tu carrera. De hecho, la colaboración con Cooper es quizá la más larga dentro de tu trayectoria. Sin embargo, ¿ahora dirías que tus gustos han ido virando hacia otros espectros musicales? ¿Hay algún estilo con el que te identifiques o te sientas más cómodo a la hora de tocar?
Me metí de lleno en el mundo mod cuando era adolescente, para mí supuso el inicio de un camino en lo musical que he seguido durante toda mi carrera. Es incuestionable todo lo que la cultura pop ha aportado a mi manera de entender la música. Empecé escuchando a The Who, The Jam, Secret Affair, The Remains, Los Flechazos, Brighton 64,… la lista es interminable. Después vino el Britpop, soy muy fan de Paul Weller, recuerdo ver en directo a Ocean Colour Scene presentando “Marchin’ already” y cuánto me impactó la energía que desprendían sobre el escenario. Uff… de esto hace ya casi veinte años. ¡Qué vértigo!
Tocar en Cooper ha sido otro sueño cumplido. Siempre he sido muy fan de Los Flechazos y de Álex, lo sigo siendo. Ahora también somos amigos, un regalo. Recuerdo perfectamente el día en que me escribió para hacer una prueba en Cooper, fue muy emocionante. Es verdad, es el grupo en el que más tiempo he estado en toda mi trayectoria, casi nueve años, y espero que sean muchos más.
No sé qué queda de aquel adolescente que iba a clase con traje y parka, creo que nada o muy poco, tan solo el amor por la música, que ya es bastante… Con el paso del tiempo he aprendido a valorar el cambio, quiero ser un músico vivo, evolucionar, no cerrarme a nada. Entiendo mi trabajo como un aprendizaje, escucho y consumo todo tipo de música, hoy por hoy no me interesa estancarme en ningún estilo. Podría decirse que soy un baterista de claro corte pop, o pop-rock, no sé… Aunque a la hora de estudiar, y dependiendo de lo que me apetezca, me centro en música afrocubana, jazz, Nueva Orleans,… Me gusta indagar en estos estilos e incorporarlos a mi manera de tocar. Me fijo mucho en bateristas como Billy Martin o Stanton Moore, además de todos los clásicos: Art Blakey, Buddy Rich, Max Roach, Joe Morello,… A veces también cojo un disco que me gusta y me lo estudio de arriba abajo. Todo vale.
Dentro de tus proyectos musicales, ¿qué importancia tiene haber pertenecido a ‘los Jero Romero’? Cuéntanos cómo surge el formar parte de esa banda para la gira ‘Cabeza de león’ (un disco mano a mano Jero-Charlie) y cómo se ha ido fraguando esa relación, casi familiar, y toda esa complicidad que transmitís a la hora de tocar encima de un escenario.
Está claro que todos los proyectos te aportan algo de una u otra manera, casi siempre cosas muy buenas. Pero formar parte de la banda de Jero ha sido único y determinante en mi carrera, por todo lo que he vivido y aprendido. Me atrevería a decir que es algo irrepetible.
Todo surgió en el momento en que Jero y Charlie forman la banda para presentar en directo ‘Cabeza de león’. Tuvimos una primera reunión en diciembre de 2011, algunos de nosotros no nos conocíamos personalmente, podría haber sido todo un desastre y ocurrió todo lo contrario. Estuvimos ensayando el directo durante cuatro meses, lo recuerdo como algo muy bonito y duro a la vez, el nivel de autoexigencia por parte de todos era enorme. Supongo que pasar tanto tiempo juntos ha hecho que estemos tan unidos, y esa unión se nota sobre el escenario. Aunque creo que el secreto de nuestra complicidad es Jero en sí mismo y sus canciones. Tiene una sensibilidad y una manera de entender la música que te contagian. Es un proyecto muy especial.
Se han escrito ríos de tinta acerca de la magia que habéis logrado crear a lo largo de estos tres-cuatro años, pero me gustaría saber qué referencias (se habla mucho de The Band, yo también veo algo del Astral Weeks, de Van Morrison) musicales habéis manejado a la hora de juntaros en el local de ensayo y hacer crecer esas canciones.
Muchas gracias, pero no sé si estamos a la altura. The Band y Van Morrison, uff… Palabras mayores. Desde luego son referentes musicales para nosotros, al igual que muchas otras bandas. Durante la grabación tuvimos en mente a estos y muchos otros nombres como Wilco o Dawes. Es inevitable tener referencias a la hora de trabajar. De todas formas, nunca afrontamos las canciones con la intención de sonar a nada ni a nadie en concreto, es algo que nunca nos ha preocupado. Siempre hemos intentando buscar una forma de hacer las cosas y un sonido propios.
Se está hablando mucho últimamente de la disolución del grupo. ¿Responde ésta a algo más que los compromisos profesionales de cada uno de los integrantes? ¿Os volveréis a juntar para una próxima gira?
Realmente no se puede decir que haya habido una disolución. Ha habido un parón indefinido en la actividad de la banda, pero no una disolución como tal. Hemos estado cuatro años juntos. Cuatro años maravillosos y muy intensos, sin descanso. Terminamos la gira de ‘Cabeza de león’ y al día siguiente estábamos preparando la grabación de ‘La grieta’. Había que parar. Espero que volvamos a juntarnos muy pronto.
Hablando de compromisos profesionales, tú te has mostrado muy activo colaborando con multitud de grupos y como integrante de varias formaciones. ¿En cuántas bandas tocas actualmente? ¿Qué nos puedes avanzar de tus próximos proyectos?
Disfruto mucho tocando con bandas diferentes, cada proyecto en el que colaboro es distinto y eso me da la posibilidad de aprender de mucha gente a la vez. Además del proyecto de Jero Romero, con Cooper estamos dando los últimos conciertos para hacer un parón hasta 2017; sigo acompañando en directo a Anni B. Sweet, que está presentando ‘Chasing illusions’, su tercer disco; he empezado a trabajar con Gold Lake, el proyecto de Lúa y Carlos (We Are Balboa), van a empezar a presentar su disco ‘Years’, una maravilla. A principios de año empezaré a acompañar en directo a Félix Lineker, que va a editar un disco precioso producido por Charlie Bautista.
Por otro lado, ahora mismo estamos inmersos en la grabación del nuevo disco de Santi Campos (Malconsejo, Amigos Imaginarios,…). Santi y yo somos amigos desde hace muchos años pero nunca habíamos tenido la oportunidad de trabajar juntos, me hace mucha ilusión participar en este disco. También voy a grabar a finales de año un disco con Junior Mackenzie, el proyecto de Juan Fortea, gran amigo y músico de Castellón con una larga trayectoria.
La buena salud por la que atraviesa el indie patrio es otra de esas muletillas que aparecen con frecuencia, pero ¿echas en falta una mayor variedad de estilos dentro del panorama actual?
No echo en falta más variedad de estilos, cualquiera que indague un poco en el panorama musical actual puede encontrar de todo y muy bueno, aunque muchas veces hay que buscar fuera de los canales habituales. Sí que estoy de acuerdo en que la música indie en España atraviesa un momento muy saludable. Creo que hace diez años los grupos no estaban tan profesionalizados como ahora, ha habido un salto cualitativo muy importante en todos los aspectos, los músicos tocan mejor, los discos suenan mejor, los directos son mejores,… ¡Ojo! No digo que antes no hubiera propuestas de calidad, a lo que me refiero es que ahora eso está más generalizado. A mí me parece que hay una escena muy rica y variada. Muy viva. Tengo la sensación de estar rodeado de compañeros con mucho talento de los que aprendo cada día.
Tú mismo has repetido que una de las grandes ventajas que tiene esto de ser músico es la posibilidad de viajar constantemente. ¿Cómo se encaja esto con la vida en familia?
Desde luego, una de las cosas que más me gustan de ser músico es poder viajar continuamente. Yo soy carne de escenario, necesito salir a la carretera todos los fines de semana, lo prefiero a meterme horas y horas en un estudio de grabación, aunque también disfruto con esa parte del trabajo. Supongo que será porque soy una persona que no puede con la rutina, necesito sentir que cada día es diferente, y eso solo me lo da el viajar. A veces no es fácil compaginarlo con la vida familiar, aunque tengo la suerte de que mi pareja entiende perfectamente mi trabajo y me ha apoyado siempre incondicionalmente.
¿Cuál ha sido tu último viaje, por placer no por trabajo, y cuál es tu destino soñado?
Mi último viaje por placer lo hice a Londres hace un par de meses, me fui allí con un amigo a ver un concierto de Dan Penn y Spooner Oldham, dieron un concierto inolvidable. Londres es una de mis ciudades favoritas. ¿Mi destino soñado? No sé… Todos. Me encantaría conocer Japón, aunque ahora mismo sueño con mi próximo viaje a India. Me voy allí en breve a pasar un mes. Será mi tercera vez en este país.
Dentro de tus aficiones también se encuentra la fotografía, ¿de no haber sido baterista te habrías dedicado a la fotografía? ¿Sueles recopilar fotografías de tus conciertos?
Me gusta mucho la fotografía. Me encantaría tener el talento y los conocimientos necesarios para hacer buenas fotos, aunque no me veo dedicándome profesionalmente a ello. Si no hubiera sido baterista, hubiera sido baterista (risas). No me veo haciendo otra cosa. Sí que suelo recopilar fotografías de los conciertos, me gusta guardarlas como recuerdo. Tengo un archivo bastante amplio y bien organizado con fotos propias, de otros compañeros de grupo y de fotógrafos a los que doy la brasa para que me envíen fotos de los conciertos en los que he tocado (risas).
¿Qué libro tienes encima de la mesilla? ¿Cuál es el álbum que más veces escuchas en el iPod o en el tocadiscos de casa? ¿La última peli que fuiste a ver al cine?
Un libro: ‘Una música constante’, de Vikram Seth.
Un disco: ‘One year’, de Colin Blunstone.
Una película: ‘Amy’, de Asif Kapadia.
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