In vino veritas. Ya lo decía Plinio el Viejo, en el vino está la verdad. En él y en la voz rota de Bebe cuando se desmelena y lo da todo sobre un escenario. Un absoluto disfrute para los sentidos poder contemplar a la extremeña en todo su esplendor en compañía de unos músicos que sientan cátedra en cada actuación. Cerca de hora y media de concierto del que Bebe tan solo necesitó los acordes iniciales de Borrones, el tema con el que arrancó el bolo, para meterse al público en el bolsillo. Todo actitud, la intérprete hizo gala de su magnetismo desde su salida al escenario, lo que unido a la espectacular puesta de sol reinante convirtió el concierto —enmarcado dentro de la presentación de una bodega— en un prodigio de complicidad entre los músicos y el público entregado. Bebe consiguió desplegar su repertorio habitual —gritos de guapa y peticiones de canciones mediante— al aire libre y con la inestimable colaboración de la luz natural que bañaba el escenario y convertía cada gesto de la intérprete en un juego de claroscuros, epítome perfecto de los múltiples matices que desliza por cada una de las composiciones que conforman su repertorio.
La bicha cambia de piel para seguir siendo ella. Aunque, más allá de intrincados juegos de palabras para tratar de condensar en un par de párrafos lo vivido en la inauguración de las bodegas Viore, quizá sea más efectivo y fidedigno hablar de una artista con mayúsculas. Profunda, sentida, socarrona, juguetona, desafiante, tierna, cercana, frágil, fuerte y rotunda. Una fuerza de la naturaleza condensada en un cuerpecito que desprende un influjo inasible. Imposible apartar la mirada de ella a lo largo de todo el concierto. Tan solo consiguieron ‘robarle’ algo de protagonismo algunos arranques de esa formación de lujo integrada por Javier Pedreira, a la guitarra; Josué Santos, a los teclados y el clarinete; y Jacob Reguilón, al bajo. A los que anoche se unió el baterista David Bao, quien debutaba —con nota— en la formación. Una de esas bandas que son un puro deleite para los amantes de la música.
Ante un público embriagado por el afortunado maridaje entre el vino y la música, Bebe consiguió conectar y transformar un acto social en una improvisada reunión de amigos al aire libre. A medida que las canciones se iban desgranando, ella se desprendía —literalmente— de su folclórico atuendo para dejar paso a la ‘niña de fuego’. Esa que, en voz de Manolo Caracol, sirve para abrir sus actuaciones. Una complicidad que se plasmó en arrancarse a capela por Razones y sucumbir a las continuadas peticiones de interpretar Ganamos, su más reciente single. Dolorosa canción que ella no consiguió terminar, presa de la emoción, pero que —de espaldas al respetable— sí logró que sus músicos alcanzaran un clímax inesperado que devino en una celebración de la vida y del amor. El brindis final, copa en mano, junto al director comercial de la bodega, Raúl García Polanco, sirvió para poner el broche de oro a una tarde repleta de emoción, que nos dejó con un gran sabor de boca.
Galería fotográfica en flickr a cargo de María Parra Serrano.
Setlist:
Borrones.
Siempre me quedará.
La cuenta.
Me fui.
Tan lejos tan cerca.
Que llueva.
Bala perdida.
Chica precavida.
La bicha.
Busco-me.
Malo.
No+llorá.
Mi guapo.
Con mis manos.
Razones (a capela).
Respirar.
Ganamos.
Ella.
Pa’ mi casa.
mantaypeli 
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