Jurassic World: El reino caído

Jurassic World: Fallen Kingdom

Jurassic World: Fallen KingdomSi partimos de la base de que todos los blockbusters recientes son (auto)referenciales y el espectador medio tiene constantemente la sensación de estar asistiendo a la misma película sólo que con distintos actores y/o más pirotecnia visual, estrenos como este Jurassic World: El reino caído consiguen reconciliarnos con el cine clásico de aventuras. Perfecto vehículo de entretenimiento con una soberbia factura visual, que el español Juan Antonio Bayona rueda con pulso magistral; esta nueva entrega de la saga jurásica no es sólo una película de dinosaurios, sino que en sus casi 130 minutos consigue homenajear al terror de la Hammer, al maestro Spielberg y, de paso, soltar no pocas cargas de profundidad en forma de alegatos —más o menos evidentes— tanto verbales como visuales. Es tal la fuerza de las imágenes que Jota Bayona ha logrado imprimir a este encargo, que multitud de planos y encuadres permanecen adheridos a nuestra retina una vez abandonada la sala de proyección como el icónico mosquito prehistórico lo está al ámbar que dio origen a esta pesadilla. Porque es así como Bayona nos presenta esta historia —con un muy flojo guion de Colin Trevorrow y Derek Connolly— como un mal sueño. La constante dualidad, la lucha de contrarios que cimienta su filmografía adquiere en esta ocasión un carácter épico propiciado por la magnificencia de los seres anacrónicos que la protagonizan. Ya desde el prodigioso arranque, Jota deja claras sus intenciones: dar al espectador lo que éste espera de una franquicia en la que 25 años después apenas hay lugar para la sorpresa. Pero la hay, vaya si las hay. Basta rascar un poquito sobre la refulgente superficie del taquillazo prefabricado a golpe de dólares para encontrarse lúcidas reflexiones que van del Holocausto al darwinismo gore, improbables movimientos de cámara, indisimulados homenajes a sus maestros cinematográficos y la consabida dosis de mala baba que destila el cine de Bayona y que tanto necesitaba la franquicia. Sin embargo, lo mejor de la cinta es su decidida apuesta por desplazar a los humanos del foco y llevarlo precisamente a los verdaderos protagonistas del show: los dinosaurios.

Bayona cuenta como aliado de excepción con Óscar Faura, su habitual director de fotografía, quién realiza un trabajo inolvidable tanto en el tratamiento de la pareja protagonista como en la creación de atmósferas dentro de la mansión Lockwood. Unido a esto, los movimientos de cámara que Bayona utiliza para contar más allá de lo que transmiten los pobres diálogos demuestran su habilidad a la hora de perlar de matices una narración que en manos de otro realizador menos competente (como ya demostró Colin Trevorrow en la anterior) habría resultado harto repetitiva. Bryce Dallas Howard (Claire Dearing) se come la pantalla. Qué más da que tanto el suyo como el resto de personajes apenas pasen del estereotipo, ¿no queréis acción? Dinosaurios, una isla abandonada, un volcán a punto de entrar en erupción, mercenarios sin escrúpulos y una mansión victoriana repleta de fósiles donde cualquiera de nosotros mataría por haberse criado. ¿Hace falta más? En realidad, sí. Hace falta un director con sentido del espectáculo, del ritmo, con amor por el cine y Jota demuestra que una década después de su estreno en un largo (El orfanato) domina el género a la perfección. La maestría de la que hace gala en las secuencias acuáticas, el plano del diplodocus en el embarcadero, las piruetas de la cámara en la secuencia del Indoraptor moviéndose por el tejado… Hay tantos momentos inolvidables —subrayados por el ampuloso score de Michael Giacchino— que uno se imagina a Spielberg removiéndose incómodo en su butaca y preguntándose por qué se abandonó tanto tras haber dirigido esa nadería de Ready Player One. Por cierto, para quienes dudasen de si Bayona repite esquema argumental como ocurre en toda su filmografía (la relación madre-hijo): sí, como todos suponíamos ahora la madre —con permiso de la pequeña Maisie (Isabella Sermon).— es Chris Pratt (Owen Grady).

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