
Construir un poderoso alegato racial y feminista a partir de un hilo de tuiter parece poco menos que una entelequia. Máxime en este mundo en que vivimos, donde la inmediatez y la búsqueda desesperada de la notoriedad parecen condicionar nuestros comportamientos. Utilizando esta misma premisa y apoyada en una surrealista historia real, la realizadora neoyorquina Janicza Bravo pone en imágenes aquellos 148 tuits que convirtieron a una estríper anónima en un fenómeno mediático a finales de octubre de 2015. La película homónima revive las peripecias de Zola (Taylour Paige) durante un loco fin de semana en compañía de su recién conocida mejor amiga, la narcisista Stefani (Riley Keough), para forrarse bailando en clubs de Florida en compañía del novio de ésta, Derreck (Nicholas Braun), y un misterioso conductor (Colman Domingo). La película fía toda su credibilidad al cuarteto protagonista. Ardua tarea la que abordan todos ellos para no caer en la caricatura desde una aproximación bastante realista a sus increíbles (por absurdos) personajes.
Es este retrato de la otra Norteamérica lo que mejor funciona en la película de Bravo. La cosificación de la mujer, la apropiación cultural, los clichés capitalistas, el machismo, la explotación sexual, la tiranía de las redes sociales, las relaciones tóxicas… y así una larga lista de asuntos que la cinta aborda con tono desenfadado, pese a su crudeza, en menos de hora y media provista de un ritmo acorde a la plataforma social que la impulsó. Montaje ágil, buenas interpretaciones —en especial las de Colman Domingo y la siempre efectiva Riley Keough—, vivaz fotografía, apoyada en una banda sonora que alterna lo onírico con lo urbano para acentuar el surrealismo inherente a este viaje de pesadilla al moderno mundo de Oz. Billetes de 20 dólares y clubes de pole dance pavimentan un accidentado camino de baldosas doradas iluminadas por neones, estilismos color flúor y brilli-brilli por doquier. Un viaje sin retorno al alma oscura de una sociedad, rendida a los vacuos destellos de las redes sociales y el vil metal.
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