Acelerada y desquiciada película cuyo mayor mérito radica en unos soberbios 45 minutos iniciales. La maestría del realizador y ¿guionista? Edgar Wright en el vertiginoso —y casi mudo—arranque de este bólido llamado Baby Driver queda ampliamente plasmada tanto en la secuencia inicial como en el plano secuencia posterior que ilustra los créditos. Por desgracia niSigue leyendo «Baby Driver»
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