Hacia la luz (Hikari)

Hikari

Hikari«En ocasiones la imaginación deja de funcionar», dice uno de los personajes al inicio de Hacia la luz, la última cinta de la cineasta nipona Naomi Kawase. Y ante estas palabras al término de la proyección uno no puede estar más de acuerdo. Impecable en los aspectos técnicos, con unos preciosos bokehs nocturnos resaltando los primeros planos de la improbable pareja protagonista, pero muy pobre en lo argumental, Hacia la luz es una historia sensiblera que desaprovecha el metalenguaje sobre el que la propia Kawase (autora asimismo del guion) hace girar su película. Muy pocos elementos vertebran una historia previsible, que en ocasiones busca la lágrima fácil recurriendo a trucos tan gastados como: actores que lloran sobre una banda sonora (a cargo de Ibrahim Maalouf) que recuerda constantemente a las composiciones de Ludovico Einaudi. Encuentra uno muy pocos motivos para justificar que una directora con 25 años de carrera a sus espaldas y una sólida filmografía se decida a poner en imágenes la relación entre Misako Ozaki (Ayame Misaki) y Masaya Nakamori (Masatoshi Nagase).

Pese a que ambos actores están correctos en sus papeles, poco pueden hacer ante una sucesión de clichés que se repiten una y otra vez a lo largo de más de 90 minutos hasta precipitar un desenlace previsible y ñoño a más no poder. Pese a que Kawase, parafraseando de nuevo a uno de sus personajes, parece querer vincular su vida a la de otras personas a través del cine, la involuntaria protagonista de esta historia es una cámara Rolleiflex. Quizá la poseedora del único momento verdaderamente poético de una cinta que parece querer —de manera desesperada (recurriendo a constantes repeticiones de esquemas argumentales a lo largo del metraje)— causar una honda impresión en los espectadores.

La película fue presentada  en la Sección Oficial de la 62 Seminci.