Daredevil

DareDevil

Daredevil Season 1¿Qué significa adaptar una serie de superhéroes a la pequeña pantalla? ¿Cómo se logra hacer de ella la mejor de su género? ¿Cuáles son los ingredientes? ¿Será del agrado del público? ¿Contentará a los puristas del cómic? ¿Y, aunque lo logre, será un éxito? Todas estas preguntas —y decenas más— sobrevolaron a buen seguro los pensamientos de los showrunners de Daredevil desde el momento en que se oficializó que la cadena Netflix convertiría al clásico personaje de cómic de Marvel ideado por Stan Lee en una serie de televisión. Tras asistir al final de su segunda temporada, un año después de todo ese revuelo mediático, se puede asegurar que estamos ante la mejor adaptación del (micro)universo del cómic al formato de teleserie. Algo que ya se intuía en la oscura y alambicada primera temporada y que se confirma en esta nueva entrega repleta de acción y más cercana a la serie negra que a la habitual estética marvelita. Junto a nuestro (anti)héroe y sus inseparables Franklin ‘Foggy’ Nelson y Karen Page, el barrio de Hell’s Kitchen, en Manhattan, sigue siendo el verdadero protagonista de la historia. Sin embargo, en esta segunda temporada —y una vez definidos los personajes principales a lo largo de la compleja primera entrega— hay más espacio para la acción y se incorporan nuevos nombres a la trama. El universo se expande y lo hace en dos direcciones espacio-temporales. Por un lado, de la mano de la enigmática Elektra Natchios, el espectador conocerá más acerca del pasado del abogado Matt Murdock y los condicionantes que le llevaron a convertirse en el atormentado vengador nocturno que trata de mantener la paz en ‘su’ ciudad una vez que Kingpin (Wilson Fisk) está a buen recaudo entre rejas.

Daredevil Season 2Los guionistas concatenan con habilidad esta apertura a diversos episodios del hermético pasado de Murdock con la suya personal. La parte sentimental de la historia es uno de sus puntos fuertes. La mezcla de sensualidad y sexualidad que derrocha Charlie Cox junto a sus partenaires femeninas en estos episodios nos regala alguna de las secuencias rodadas con más gusto que uno ha tenido ocasión de disfrutar en años. Pero no teman los amantes de las emociones fuertes. En esta temporada también hay espacio para la acción sangrienta. Y en grandes dosis. De ello se encarga la inclusión en la historia de un nuevo personaje masculino que concentrará la atención de los primeros episodios de esta segunda tanda: Frank Castle. Un nuevo vigilante que rivalizará con Daredevil a la hora de —literalmente— tomarse la justicia por su mano. Fruto de los continuos choques entre ambos asistiremos a otra demostración más de la pericia de realizadores y guionistas a la hora de planificar un nuevo plano secuencia que marcará el tono general de la temporada y, por ende, de la serie. Oscura, sucia y sangrienta. Huyendo de la autocomplacencia, pero regodeándose en sus (muchas) virtudes, Daredevil —por suerte, ya casi nadie recuerda esa absurda traducción, Dan Defensor— consigue entretener al tiempo que abre algunos frentes para la polémica y la reflexión. La separación de poderes, el control de armas y la segunda enmienda, la sexualización de la mujer… Y esto es sólo por citar algunas. Asuntos que adquieren trascendencia dentro de las diversas ramificaciones que va tomando la historia a medida que avanzan los episodios, pero que en ningún caso buscan moralizar; lo cual acaba por convertirse en una ventaja y un elemento más que alienta y enriquece el debate posterior al visionado.

Los actores siguen estando magníficos. Charlie Cox (Murdock/Daredevil) borda el papel (como se pudo comprobar en la primera entrega) y ahonda a la hora de desplegar un amplio catálogo de emociones contenidas bajo las cicatrices y magulladuras. Deborah Ann Woll (Karen Page) se convierte en la gran sorpresa de la temporada a nivel interpretativo, modulando muy bien los registros para mostrar todas las aristas de un personaje que si los guionistas siguen el canon de los cómics nos deparará muchas más sorpresas en las temporadas venideras. El tercer vértice del triángulo sentimental que centra parte de esta segunda entrega de la serie lo encarna la actriz gala Elodie Yung (Elektra Natchios). Yung se muestra mucho más solvente a la hora de dar la talla en lo físico que en lo interpretativo; sin embargo, no desentona. En el apartado masculino, tanto Elden Henson (Foggy) como Vincent D’Onofrio (Fisk) y Scott Glenn (Stick) repiten en sus roles precedentes; la sorpresa —para bien— nos llega de la mano de Jon Bernthal (Frank Castle), quien demuestra ser capaz de dotar de muchos matices a su interpretación sin apoyarse únicamente en la testosterona.

Por último, destacar el importante papel que tiene de nuevo el periodismo dentro de la historia. Algo que ya se pudo comprobar en la primera temporada —y que otorgaba al producto final un aire de film noir que le sentaba como un guante—, pero que alcanza en esta nueva entrega un tono más audaz. La reivindicación de ese cuarto poder, algo que parece sólo seguir teniendo sentido en EEUU, y el uso de determinados recursos narrativos —como el de la season finale— para acentuar la épica del relato son otros elementos que terminan por redondear un producto de una impecable factura.

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