Los últimos jedi (Star Wars VIII: The Last Jedi)

Star Wars: The Last Jedi

Star Wars: The Last JediResucitar una saga como Star Wars y lograr que millones de espectadores estén de nuevo pendientes de cada mínimo detalle al respecto de una producción de esta envergadura no debe de ser una tarea fácil. Pero lo que está claro, tal como J.J. Abrams ya experimentó en sus carnes hace un par de años, es que todo tiene un precio. El que ha tenido que pagar Rian Johnson, realizador y guionista de este episodio central de la nueva trilogía, es el de enfrentarse tanto a puristas como a críticos del universo creado por George Lucas. Los últimos jedi es una película densa (150 minutos) y repleta de personajes y batallas espaciales (por algo esto se llama Star Wars, ¿no?), pero además es un solemne homenaje al pasado que, al tiempo, sirve —parafraseando a uno de los personajes principales— para romper con todo y avanzar dejando atrás lo conocido. Quizá pueda resultar más o menos molesto para los seguidores de la saga, pero Los últimos jedi es la película que Disney ha querido hacer. Con Rian Johnson ungido personalmente por la propia Kathleen Kennedy como el encargado de dirigir los destinos de los personajes que protagonizaron El despertar de la Fuerza y, por ende, los de aquellos otros nombres ya icónicos se sea o no seguidor de la saga. Y sobre todos ellos, uno: Luke Skywalker. Contar con el personaje que encumbró a Mark Hamill y desaprovecharlo habría sido imperdonable, por eso Los últimos jedi orbita en torno a él.

El hombre y su leyenda, cuatro décadas después, dentro de un universo por explorar con personajes cuya constante evolución (Rey, Kylo Ren, Poe Dameron, Finn) discurre en paralelo al metraje del filme. Porque Los últimos jedi es una película no apta para no iniciados. Aunque incluso para estos haya decisiones más o menos cuestionables a lo largo de un guion que arranca homenajeando a El imperio contraataca y termina —«Esto no va a ir como tú crees«— con la impronta de Johnson refulgiendo antes de este nuevo amanecer. Por el camino, secuencias de acción rodadas con un pulso envidiable —alguna de ellas capaz de enmudecer a una abarrotada sala de cine—, arcos argumentales que encierran más de una sorpresa inesperada e interpretaciones que consiguen transmitir emoción a una historia —que acabará siendo considerada de culto— que logra no caer en la repetición irreverente.

Star Wars: The Last JediMás bien al contrario. Johnson se muestra como un fiel conocedor de la saga y su aportación contribuye a expandir un universo necesitado de nuevas ideas. Las suyas pueden ser más o menos cuestionables, pero lo que es innegable es que logran elevar el tono del discurso presentado en la entrega anterior por el trío de guionistas compuesto por Abrams, Kasdan y Michael Arndt. A saber: los personajes femeninos vuelven a tener una importancia decisiva en la acción (no sólo Rey) y sugieren un cambio sostenible más allá de modas. Gracias a ello, el eterno dilema acerca del significado de la Fuerza y el necesario equilibrio entre el bien y el mal deja paso en esta película a disquisiciones mucho más ricas en detalles y más próximas al espíritu original, mancillado por su propio creador con los infaustos midiclorianos. Y todo esto llega sazonado desde el inicio con las necesarias dosis de humor y emoción lacrimógena que acompaña a la saga desde sus albores. Mención especial para el descarado homenaje a los Monty Python que se marca Domhnall Gleeson con su general Hux. Algo que ya se intuía en El despertar de la Fuerza. Por contra, la abundancia de personajes acaba malogrando otros (Finn, Phasma, Snoke), que prometían mucho más. Impecables las dos parejas protagonistas. Tanto la formada por Luke y Leia, el pasado de la saga, como la de Rey y Kylo Ren; verdaderos depositarios de un legado tan incierto como sugerente.

La película sirve, además, para disfrutar de una nueva clase magistral de John Williams. Su partitura es excelsa y eleva el listón precedente muy por encima de lo imaginable. A la carismática realización de Rian Johnson debemos sumar la deslumbrante fotografía de Steve Yedlin, con la paleta más rica en matices que ha conocido la saga. Por último: los muy fans no deben perderse los jugosos cameos: Joseph Gordon-Levitt, Justin Theroux, Gareth Edwards y hasta Gary, el perro de la llorada Carrie Fisher, a cuya memoria está dedicada esta película.

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